Simón Bolívar vio al Federalismo como sinónimo de la anarquía: lo hizo hasta su muerte, cuando en su última proclama pidió que cesaran los partidos y se consolidara la unión.

Esta posición la expuso en varios documentos esenciales, como el Manifiesto de Cartagena y la Carta de Jamaica, además del Discurso de Angostura.

Pero pocas veces hemos podido ver una descripción tan directa y cruda de la idea de Bolívar sobre el Federalismo como la mostrada por el cónsul británico en Lima, Charles Milner Ricketts, al primer ministro George Canning.

La misiva es mostrada por Carlos A. Villanueva en su libro La Monarquía en América: El Imperio de los Andes. Cita a los Archivos del Gobierno inglés. Foreign Office. Perú 1826. N. ° 7. – Lima: 18 de febrero de 1826.

Simón Bolívar
Simón Bolívar

A continuación, la carta de Ricketts a Canning:

“Bolívar considera que el gobierno federal no es el sistema que más conviene a estos estados infantiles, cuyo pueblo, dice, no tiene la preparación necesaria para intervenir en la administración de los asuntos públicos. Advierte que los Estados Unidos pudieron constituir su gobierno federativo sobre bases sólidas y de justicia, debido a la buena educación política que a sus habitantes diera la metrópoli y a la propaganda que entre los colonos hicieran personalmente los principales hombres públicos de Inglaterra, cuando les explicaron el admirable método y principios de la Constitución británica, que, bien apreciados, fueron puestos en práctica para presentar ante la historia el único ejemplo conocido de una nación que se constituye de modo perfecto sin pasar por la anarquía.

En Sur América, aseguró, las cosas han pasado de modo completamente distinto: sus habitantes acaban de salir de la esclavitud, y sería absurdo suponer que esclavos recién libertados puedan ofrecer elementos de buen juicio, orden y honradez. Estas circunstancias obligan, según Bolívar, a irles dando el poder con mucha lentitud, pues, de hacerse de súbito, abusarían irremediablemente de él.

George Canning, primer ministro del Reino Unido.
George Canning, primer ministro del Reino Unido.

En Buenos Aires, dice, lo advirtieron; pero sus hombres de Estado fracasaron en el intento de prevenir el mal, pues la mezquindad de las provincias las llevó a desconocer la libertad, la justicia y los derechos nacionales: se anarquizaron; cada una presentó su Sancho; unas a otras se recelaron; consideraron que por el hecho de hablárseles de libertad eran libres y prudentes; y, como tuvieran una pequeña fuerza armada, creyeron haber entrado en el concierto de las naciones poderosas y bien ordenadas de la tierra.

Este hombre sintetiza sus principios políticos, así que no hay mucho que esperar de un pueblo que desgraciadamente debe considerarse como muy poco superior a un país de esclavos; que no debe dársele más poder del que pueda ejercer; que debe ponerse un buen freno a las personas que lo ejerzan; que en vista de esta situación debe establecerse un gobierno mixto con una autoridad dividida entre el Ejecutivo, la nobleza y la democracia del país; que deben fomentarse la educación pública y las industrias nacionales.

Mapa de Sudamérica, 1826.
Mapa de Sudamérica, 1826.

Dice que las leyes que se dicten deben redactarse con las fórmulas más ordinarias y simples, tomándose por guía al Código Napoleón, considerado por él como lo único hecho por Bonaparte con talento y sabiduría. Estos principios, me dijo, están mejor definidos en la Constitución que estaba preparando para Bolivia, donde creía haber establecido las bases de la tranquilidad y felicidad de estos estados, mientras la reflexión y la sabiduría les enseñaran algo superior”.

Deja un comentario