Simón Bolívar, preocupado por la educación de su sobrino Fernando (hijo de su hermano Juan Vicente), lo envió a estudiar a Estados Unidos en 1822.

Para la ocasión, escribió el llamado Método que se debe seguir en la educación de mi sobrino, Fernando Bolívar. Era una lista de recomendaciones pedagógicas para las autoridades universitarias del país.

Fernando (1809-1898) asistió a la Germantown Academy y a la Universidad de Virginia. Fue a esta casa de estudios, fundada por Thomas Jefferson, donde envió la misiva, cuya copia se conserva.

El sobrino del Libertador tuvo que volver a Colombia en 1828, ya que el banco que manejaba sus fondos en Estados Unidos quebró.

A continuación, las instrucciones de Bolívar para la educación de su sobrino.

Universidad de Virginia para la década de 1830
Universidad de Virginia para la década de 1830

“La educación de los niños debe ser siempre adecuada a su edad, inclinaciones, genio, y temperamento.

Teniendo mi sobrino más de doce años, deberá aplicársele a aprender los idiomas modernos, sin descuidar el suyo.

Los idiomas muertos deben estudiarse después de poseer los vivos.

La geografía y cosmografía debe ser de los primeros conoci­mientos que haya de adquirir un joven.

La historia, a semejanza de los idiomas, debe principiarse a aprender por la contemporánea, para ir remontando por grados hasta llegar a los tiempos oscuros de la fábula.

Jamás es demasiado temprano para el conocimiento de las cien­cias exactas, porque ellas nos enseñan el análisis en todo, pasando de lo conocido a lo desconocido, y por ese medio aprendemos a pensar y raciocinar con lógica.

Mas debe tenerse presente la capacidad del alumno para el cálculo, pues no todos son igualmente aptos para las matemáticas.

Generalmente todos pueden aprender la geometría y comprenderla; pero no sucede lo mismo con el álgebra y el cálculo integral y diferencial.

La memoria demasiado pronta, siempre es una facultad bri­llante; pero redunda en detrimento de la comprensión; así es que el niño que demuestra demasiada facilidad para retener sus leccio­nes de memoria, deberá enseñársele aquellas cosas que lo obliguen a meditar, como resolver problemas y poner ecuaciones; viceversa, a los lentos de retentiva, deberá enseñárseles a aprender de memo­ria y a recitar las composiciones escogidas de los grandes poetas; tanto la memoria como el cálculo, están sujetos a fortalecerse por el ejercicio.

La memoria debe ejercitarse cuanto sea posible; pero jamás fatigarla hasta debilitarla.

La estadística es un estudio necesario en los tiempos que atra­vesamos, y deseo que la aprenda mi sobrino.

Con preferencia se le instruirá en la mecánica y ciencia del ingeniero civil, pero no contra su voluntad, si no tiene inclinación a esos estudios.

La música no es preciso que la aprenda, sino en el caso que tenga pasión por este arte; pero sí debe poseer aunque sean rudi­mentos del dibujo lineal, de la astronomía, química y botánica, profundizando más o menos en esas ciencias según su inclinación o gusto por alguna de ellas.

La enseñanza de las buenas costumbres o hábitos sociales es tan esencial como la instrucción; por eso debe tenerse especial cui­dado en que aprenda en las cartas de lord Chesterfield a su hijo, los principios y modales de un caballero.

Fernando Bolívar en una imagen durante su adultez. La foto fue retocada con la app Remini
Fernando Bolívar en una imagen durante su adultez. La foto fue retocada con la app Remini

La moral en máximas religiosas y en la práctica conservadora de la salud y de la vida es una enseñanza que ningún maestro puede descuidar.

El derecho romano, como base de la legislación universal, debe estudiarlo. Siendo muy difícil apreciar donde termina el arte y principia la ciencia, si su inclinación lo decide a aprender algún arte u ofi­cio yo lo celebraría, pues abundan entre nosotros médicos y abo­gados, pero nos faltan buenos mecánicos y agricultores que son los que el país necesita para adelantar en prosperidad y bienestar.

El baile, que es la poesía del movimiento y que da la gracia y la soltura a la persona, a la vez que es un ejercicio higiénico en climas templados, deberá practicarlo si es de su gusto.

Sobre todo, recomiendo a usted inspirarle el gusto por la socie­dad culta donde el bello sexo ejerce su benéfico influjo; y ese respeto a los hombres de edad, saber y posición social, que hace a la juventud encantadora, asociándola a las esperanzas del por­venir”.

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