Simón Bolívar fue hijo de la criolla María de la Concepción Palacios y Blanco (1758-1792), fallecida cuando el futuro Libertador estaba por cumplir nueve años. Pero, ¿a quiénes más llamó Bolívar ‘madre’?

Primero repasemos la historia de María de la Concepción, casada cuando tenía 15 años con Juan Vicente de Bolívar y Ponte (1726-1786), entonces de 47 años de edad.

Caraqueña, hija de Feliciano Palacios y Gil de Arratia y Francisca Blanco Infante y Herrera, enviudó a los 28 años. Del matrimonio nacieron María Antonia, Juana Nepomucena, Juan Vicente, Simón y María del Carmen (fallecida a las pocas horas de nacida).

Imagen idealizada de María de la Concepción Palacios y Blanco, madre de Simón Bolívar
Imagen idealizada de María de la Concepción Palacios y Blanco, madre de Simón Bolívar

De acuerdo con Rafael Fuentes Carvallo, en el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Empresas Polar, “en vida de su esposo tuvo un cabal conocimiento de los negocios de este, y apenas se encarga de ellos, procede con inteligencia y decisión no solo a conservar los cuantiosos bienes a su cargo, sino que los aumenta y sanea”.

Pero la tuberculosis le afectó, ocasionando su fallecimiento a los 33 años de edad. “Su muerte acaeció como consecuencia de una hemorragia pulmonar o hemoptisis en medio de una aguda crisis de la tuberculosis que fallecía”.

Aunque no se conocen retratos de ella (hechos en vida), Simón Bolívar dejó una descripción en una carta a su tío Esteban, hermano de María de la Concepción:

“Mi madre, mi buena madre, tan parecida a usted, resucitó de la tumba, se ofreció a mi imagen”, escribió el Libertador en 1825, en la llamada Elegía del Cuzco.

Inés Mancebo de Miyares, la primera nodriza del futuro Libertador

Pero, ¿quiénes eran las otras dos ‘madres’ del Libertador?

La segunda era Inés Mancebo de Miyares, nacida en Cuba, esposa de Fernando Miyares, que sería luego gobernador general de Venezuela. Inés era amiga de María de la Concepción, y cuando esta, enferma de tuberculosis, no pudo amamantar a Simón, fue su madre sustituta.

Una nodriza en el siglo XVIII, por Jean-Honore Fragonard
Una nodriza en el siglo XVIII, por Jean-Honore Fragonard

Durante la Guerra de Independencia, Fernando Miyares encabezó la resistencia de los realistas contra los patriotas. En Barinas, los Miyares Mancebo tenían bienes, que fueron confiscados por el gobernador republicano Manuel Antonio Pulido en 1813.

Bolívar solicitó que se le restituyeran, enviando esta nota al coronel Pulido:

“Cuanto usted haga a favor de esta señora, corresponde a la gratitud que un corazón como el mío sabe guardar a la que me alimentó como madre. Fue ella la que en primeros meses me arrulló en su seno. ¡Que más recomienda que ésta para el que sabe amar y agradecer como yo!”.

Hipólita, en el corazón de Simón Bolívar

La tercera ‘madre’ del Libertador fue Hipólita, esclava de la familia Bolívar. Según Irma De Sola Ricardo, nació en San Mateo en 1763, muriendo en Caracas en 1835. Con la enfermedad de María de la Concepción, fue llevada de la hacienda El Ingenio, en San Mateo, a la capital venezolana, para amamantar al niño Simón.

Tras la muerte de la madre, Hipólita se encargó de los cuidados de Simoncito.

Con la victoria en la Batalla de Carabobo (1821), Bolívar liberó a todos los esclavos de su familia, incluyendo a Hipólita.

No obstante, la antigua esclava quedó con problemas económicos, algo que advirtió Bolívar y que intentó subsanar, primero a través de su hermana María Antonia (que no hizo algo al respecto) y luego a través de José Ángel Álamo.

Bolívar en Caracas, por Teodoro Delgado
Bolívar en Caracas, por Teodoro Delgado

En 1825, escribía el Libertador a María Antonia:

“Te mando una carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere; para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella”.

Dos años después, Bolívar volvió a escribirle a María Antonia:

“Mi querida Antonia: Del dinero que queda en tu poder procedente de la letra, tendrás la bondad de dar a Hipólita cuarenta pesos. Yo te la recomiendo. Tu afmo. hermano. Bolívar”.

Pero ante la desatención de María Antonia, Bolívar acudió a Álamo. En una carta del 21 de septiembre de 1827, desde Bogotá, dijo el presidente de Colombia:

“Mi querido Álamo: La vieja Hipólita deberá ocurrir donde V. para que le dé treinta pesos de mi cuenta mensualmente. Yo espero que V. me hará este servicio. V. puede librar contra mí por la pensión de un año, como a V. le parezca. Mi deseo es que esta infeliz que me alimentó no perezca de miseria. Soy como siempre su afmo. amigo. Bolívar”.

Y en la post data, agregó:

“Antonia recibió el dinero en letras para este fin. Sea Vmd. mejor amigo que mi hermana”.

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