Manuel Serviez y el cuadro de la Virgen de Chiquinquirá

Serviez y el cuadro de la Virgen de Chiquinquirá, por Auguste Le Moyne

Manuel Roergas de Serviez fue un francés que vino a Sudamérica llamado por Francisco de Miranda. Tras combatir en las guerras revolucionarias de Francia y en las napoleónicas, arribó a Venezuela en 1812, junto con Pierre Labatut y otros oficiales.

Con la caída de la Primera República, Serviez estuvo en la Nueva Granada, batallando en el Sitio de Bogotá impuesto por Simón Bolívar a finales de 1814.

En 1815 viajó a Haití y luego retornó a Nueva Granada, saliendo de Bogotá con la entrada de las tropas de Pablo Morillo. Un año más tarde, cuando se encontraba en los llanos de Apure, terminó asesinado por unos salteadores a machetazos y lanzazos.

Busto de Manuel Roergas de Serviez en Colombia
Busto de Manuel Roergas de Serviez en Colombia

Se dice que era para robarle unas onzas de oro y que, de paso, los asesinos formaban parte de la tropa de José Antonio Páez.

Auguste Le Moyne (1800-1880), un diplomático francés que visitó Colombia entre 1828 y 1839, escribió una obra titulada Viajes y estancias en América del Sur, la Nueva Granada, Santiago de Cuba, Jamaica y el Istmo de Panamá.

En una parte de ese libro, Le Moyne se refiere a su compatriota, Serviez, y a un episodio en el que este robó la imagen de la Virgen de Chiquinquirá, muy venerada en Nueva Granada y en el occidente de Venezuela.

“Serviez, oficial francés al servicio de Colombia, pensó que si se apoderaba de esa imagen sagrada, toda la gente iría a adorarla al sitio en que él la llevase y que, nuevo pontífice de la imagen, sería él quien recogiera el producto de todas las ofrendas que le llevasen; pero se equivocó, la gente abominó del profanador y nadie acudió.

Cuadro de la Virgen de Chiquinquirá en Colombia
Cuadro de la Virgen de Chiquinquirá en Colombia

Serviez fue derrotado en las inmediaciones de Bogotá, a donde se había retirado y pensando más en escapar, que en salvar ese nuevo lábaro, lo abandonó en Cáqueza; los dominicos desolados fueron a buscarlo y lo reintegraron con gran pompa a Chiquinquirá, adonde desde entonces la gente sigue yendo en peregrinación.

Poco tiempo después, Serviez fue asesinado por sus mismos oficiales, porque quiso someterles a los rigores de una disciplina europea. Su muerte violenta se considera por el pueblo como un castigo del sacrilegio que había cometido”.

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